Además del placer que proporciona su lectura, ¿qué valor tienen los cuentos y relatos clásicos para niños?
Desde el punto de vista de la utilidad estricta, conocemos ya algunos. Sabemos que si los padres leen diariamente en voz alta a sus hijos de preescolar el vocabulario de estos niños será más rico, su conocimiento intuitivo de la sintaxis mejor y su capacidad de atención mucho mayor. Sabemos –con los datos evaluados por el famoso informe PISA- que la lectura diaria de un cuento infantil a la edad de cuatro años resulta el mejor predictor del futuro éxito académico del niño, entendiendo por éxito académico finalizar el bachillerato. Y la lógica nos indica que una dieta rica y variada de libros debería ensanchar la imaginación del crío además de estimular su natural curiosidad.
Visitar museos, jugar al aire libre, pintar y hacer manualidades, cocinar en familia, aprender a navegar o a encender una hoguera, cuidar un animal de compañía o conocer países y ciudades distintas, conforma un ecosistema ideal para el estímulo intelectual y moral del niño. Leer también.
En Tending the heart of virtue, el profesor Vigen Guroian reflexiona sobre la estrecha relación entre la forja de una imaginación moral y la lectura de los grandes clásicos de la literatura infantil. “A los niños – observa el autor-, desde muy temprana edad, les concierne distinguir entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso”. Y añade
“Los niños necesitan mapas morales y se benefician enormemente del ejemplo de los adultos que actúan con fuerza y ejemplo moral”.
Entre estos ejemplos se encontrarían, sin duda, los relatos de literatura infantil y juvenil – de los hermanos Grimm a H.C. Andersen, de las novelas de Astrid Lindgren a la literatura de Roald Dahl, de Crónicas de Narnia al Señor de los Anillos- que nos hablan del miedo y del coraje, del amor y de la maldad, de la culpa y de la redención… Guroain observa con precisión que “una adecuada educación moral se dirige tanto a los aspectos cognitivos como afectivos de la condición humana”. Y es ahí donde los libros y los cuentos de hadas juegan un papel esencial: una escuela y una familia que leen facilitan la educación de los afectos y de la imaginación moral.
En una época muy definida por las nuevas tecnologías y el brillo de los aparatos electrónicos –de los smartphones a las tables- conviene no dejar de lado la sabiduría literaria que nos llega del pasado. Al igual que sucede con el cuidado de la salud, la lectura en los niños vendría a jugar un papel similar al del ejercicio físico o la dieta. Al hacer deporte y llevar una dieta adecuada, libre de excesos de azúcares o grasas trans, estamos poniendo los cimientos de una vida adulta más saludable y equilibrada. Y en el caso de la lectura es solo cuestión de ponerse y coger un hábito.
Gracias a la red de bibliotecas públicas y municipales coger en préstamo un libro y leerlo resulta barato y sencillo. ¡No perdamos esta oportunidad!