¿Actividades extraescolares o más tiempo libre?

¿Actividades extraescolares o más tiempo libre?

El tiempo libre de los niños ha ido disminuyendo progresivamente. Si cualquiera de nosotros nos paramos a pensar en cómo eran nuestro día a día cuando éramos niños y cómo son los días hoy de nuestros hijos, seguro que notamos que una de las mayores diferencias son el aumento de actividades extraescolares y la disponibilidad de menos tiempo para jugar de forma espontánea y libre.

Antes teníamos tiempo para explorar el juego en sus distintas formas, tiempo para aburrirnos y tiempo para encontrar la manera de salir de ese aburrimiento. Actualmente, y -una vez terminada la jornada escolar- ese tiempo libre ha sido sustituido por actividades deportivas dirigidas por adultos y clases extraescolares también dirigidas por adultos, además de que muchos padres no se sienten cómodos ni del todo seguros si dejan a sus hijos jugando en la calle sin supervisión, incluso a edades avanzadas.

En definitiva un montón de circunstancias que han conducido a reducir el tiempo de juego para los niños. Quizá es que no sabemos dar la importancia que el tiempo libre tiene para ellos y queremos llenarlo de actividades organizadas.

PERO, ¿CÓMO AFECTA ESTA FALTA DE JUEGO AL DESARROLLO EMOCIONAL DEL NIÑO? 

Vamos a destacar  5 puntos que resaltan los beneficios de disponer de más tiempo libre.

  1. En la escuela, en las actividades extras los niños trabajan por y para los resultados: es un juego dirigido. Sin embargo, en el juego libre los niños hacen lo que quieren, ellos hacen, deshacen y ponen sus reglas y límites.
  1. A través del juego, los niños aprenden a tomar decisiones y resolver problemas. Los niños son los que van dirigiendo el juego y van solucionando los problemas que se les van presentando. Según explica Peter Gray, profesor emérito de psicología, en un artículo publicado en The Atlantic los niños que no tienen la oportunidad de controlar sus propias acciones, de resolver sus propios problemas a través del juego libre, pueden tener dificultades para ejercer control sobre algunas circunstancias de la vida.
  1. Durante el juego los niños aprenden a manejar las emociones, como el miedo o la ira. Ellos mismo se ponen en situaciones difíciles – en el parque, trepando árboles, superando obstáculos- y son ellos los que tienen que conseguir resolverlas. Según el profesor Gray, los adultos que no tuvieron la oportunidad de experimentar y superar sus propios retos durante el juego son más propensos a sentirse ansiosos ante situaciones emocionales que vivirán en su vida adulta.
  1. El juego ayuda a los niños a sociabilizarse, a conocer, hacer amigos y tratarse con ellos como iguales. Muchas veces ellos mismo crean y organizan sus propias normas de juego y aprender a ser conscientes de las necesidades y deseos de los demás como iguales a los suyos.
  1. El juego como fuente de felicidad. Si le preguntas a un niño con que actividad se siente más feliz, o que es lo que prefieren hacer te dirá que jugar con sus amigos. El juego les produce alegría y les agudiza los sentidos a la vez que les ayuda a adquirir nuevas habilidades.

En definitiva, no se trata de que no hagan ninguna actividad extra sino de saber buscar un equilibrio; muchas veces sustituimos estas horas de juego libre por actividades dirigidas y evaluadas por adultos y en algunos casos emocionalmente estresantes -incluso a veces realizadas a disgusto por ellos ya que proyectamos sobre ellos alguna de nuestras frustraciones, o entramos en un mundo de competitividad que no les favorece y que parece diseñado para producirles ansiedad y depresión-.

Por eso, intentemos no privarlos de la actividad que los hace más libres y felices, saber reconocer la importancia que el juego libre puede tener en el desarrollo emocional de los niños y saber establecer prioridades.

¿Qué necesitan los niños: más tiempo para aprender o más tiempo para jugar? Pues aprender y jugar van de la mano y es importante tenerlo presente.