Para muchas familias, con el inicio del curso escolar, las vacaciones llegan a su fin y regresan las rutinas que seguramente hayamos descuidado a lo largo del verano. A mí, al menos, me pasa así y creo que a muchos de vosotros también. Como bien saben los pedagogos y los psicólogos, las rutinas son fundamentales tanto en la educación de nuestros hijos como en nuestra vida diaria. Los clásicos preferían hablar de virtudes y también ellos sabían que sin una práctica cotidiana, habitual día a día, difícilmente lograremos nuestros objetivos: el principal, el de aspirar a una vida buena.
Septiembre suele ser considerado junto a Enero como uno de los principales meses para empezar buenos hábitos y marcarse unos objetivos
Pensemos por ejemplo en la educación. Sin ese cuidado cotidiano de las costumbres es difícil que nuestros hijos adquieran el hábito de la lectura, estudien con constancia o aprendan a decir gracias o a ayudar, en la medida de sus posibilidades, en las labores de la casa. La rutina del sueño –dormir las horas suficientes, acostarse a poder ser a una hora fija- resulta esencial para todos nosotros, como ya explicamos en un artículo previo, pero aún más para los niños.
Pensemos también en nosotros, en la importancia que hay que darle diariamente al descanso, a la buena alimentación, al ejercicio, al cuidado general de la salud, tanto física como emocional. En posts previos hemos tratado con atención muchos de estos puntos y os recomendamos su lectura. En uno de ellos, por ejemplo, os ofrecimos las últimas evidencias científicas sobre la estrecha relación que existe entre el ejercicio y la reducción de la moralidad prematura. Y en otro de ellos, nos referimos al importante Grant Study llevado a cabo por Harvard durante décadas, y que ha demostrado –en palabras de su director, el doctor George Vaillant- que “lo único que realmente importa es nuestra relación con los demás”. De ahí la importancia que da este estudio tanto al desarrollo de un fuerte apego seguro con nuestros hijos como a la socialización en general. En otro post, os propusimos un listado general de buenos propósitos para mejorar la calidad de nuestra vida, que se resume al final en una idea central: ¡la regularidad es importante!
Por eso, como solemos hacer al inicio de cada curso y también en Año Nuevo os animamos a poner en marcha toda una serie de rutinas saludables que os/nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida en general: dormir y comer bien, salir a la calle y hacer algo de deporte –aunque sea caminar a buen ritmo-, leer y socializarnos, dejar el tabaco –si fumas- y beber con moderación, proponerte reducir el consumo de azúcares y de sal, etc. Todos ellos son pequeños pasos en la buena dirección, pero que requieren constancia, regularidad, rutina en definitiva.